Durante años pensé que con frotar el maquillaje con un algodón con agua micelar era suficiente. Como mucho, usaba un gel suave, y a veces ni eso si llegaba muy tarde a casa. Hasta que descubrí la doble limpieza. Y desde entonces, no he vuelto atrás.

No, no se trata de obsesionarse ni de sumar pasos porque sí. La doble limpieza tiene sentido. Mucho. Y cuando la pruebas de verdad, lo notas: menos brotes, poros más limpios, piel más luminosa… como si al quitarte lo de fuera, tu piel recordara cómo respirar.

Para quien no lo tenga del todo claro, aquí va una explicación sencilla pero importante:

La doble limpieza consiste en usar dos productos distintos y complementarios para limpiar la piel en profundidad, sobre todo por la noche.

🔸 Primero, un producto oleoso (aceite, bálsamo o leche) que disuelve maquillaje, restos de protector solar, grasa y suciedad lipófila.

🔸 Después, un limpiador acuoso (espuma, gel, crema o jabón suave) que retira el sudor, el polvo, las partículas de contaminación y los residuos hidrosolubles.

La clave está en que cada fase cumple una función distinta. Juntas, son imbatibles.

Y aunque hay mil opciones en el mercado, yo me he quedado con cinco combinaciones que realmente funcionan. Las he probado todas. Me gustan todas. Pero no todas son iguales: algunas son más sensoriales, otras más básicas y eficaces; unas perfectas para pieles sensibles, otras ideales si buscas control de grasa o textura más profesional.

Así que si estás pensando en incorporar (por fin) la doble limpieza a tu rutina, o si quieres renovar tus productos y no sabes por dónde empezar, estos cinco packs son una apuesta segura.

Una piel sin impurezas no empieza con un sérum, sino con una buena limpieza. Y si es doble, mejor.

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